La cantidad de información a la que hoy estamos expuestos se incrementa exponencialmente cada segundo, por lo que el uso de datos se ha vuelto una práctica necesaria para las empresas e instituciones públicas. Pero la duda ética sobre los fines de su utilización se encuentra sobre la mesa, a propósito del caso Facebook y el uso de los datos de las personas para entender gustos y preferencias.
Facebook está siendo investigada por la filtración de datos de más de 50 millones de sus usuarios a la empresa inglesa Cambridge Analytica. Por otro lado, se supo que Facebook había suspendido de su plataforma -mientras se investiga- a CubeYou que, con fines comerciales y bajo similar modalidad, obtuvo datos mediante aplicaciones y tests psicológicos presentándose frente a los usuarios con fines científicos. Esta práctica pone en tela de juicio el uso de los datos privados de las personas con fines comerciales, pues existe una transacción o venta donde los “dueños de los datos” cobran por ellos, en tanto que los usuarios se exponen -a través de campañas- a ser inducidos con mayor precisión a un comportamiento esperado.
Por otro lado, y en contraposición a lo anterior, existen iniciativas donde el uso de los datos genera beneficios concretos para la sociedad. Un ejemplo de ello es Data for Good Exchange de Bloomberg, proyecto que incentiva el uso de Data Science para resolver problemas de interés público, motivando la colaboración para lograr mejoras en tratamientos y cura de enfermedades complejas, modelos de gestión de fraude en los servicios de recaudación de impuestos, patrones de detección temprana de abandono en educación y prototipos predictivos de accidentes en minería. Temas que tienen eco en Chile con iniciativas concretas y buenos resultados.
Estamos frente a un tema nuevo, que avanza muy rápido de la mano de las nuevas tecnologías y nuevas fuentes de datos, ambas, pilares fundamentales de la revolución digital donde todo es “ahora ya”, y escenario en el cual la tecnología es cada vez más necesaria para vivir y la frontera entre esta y el ser humano, al parecer, cada vez más difusa.
¿Queremos que las máquinas y sus algoritmos tomen decisiones por nosotros? ¿En qué ámbitos si estamos dispuestos a que lo hagan y en cuáles no? Son preguntas que tenemos que debemos formularnos.
Fuente:
«Revolución digital: Sombras y luces».Diario La Segunda. Chile, 20 de abril 2018. http://impresa.lasegunda.com/2018/04/20/A/6U3CAIO6